Dublín en tres días.

Dublín

La capital de Irlanda, la cuna de escritores como James Joyce, famosa por su lucha contra el imperio británico y por la división entre norte y sur, y también por los atentados del IRA. Pero no vamos a politizar, porque esta isla situada al oeste de Gran Bretaña es también famosa por sus duendes, por sus llanuras verdes y sus acantilados. Tras muchos años como colonia logró independizarse, aunque los británicos siguieron en el norte y el conflicto en pos de la unificación aún perdura.

Muchas han sido las vicisitudes de sus habitantes, con migraciones masivas a los Estados Unidos en las épocas de hambre y penuria, pero algo cambió cuando se entró en la Unión Europea, y todo hay que decirlo, aprovechando su dominio del inglés se ha convertido en la sede de grandes multinacionales, que le han permitido un crecimiento espectacular que se muestra en los cambios que ha sufrido su capital. Edificios o rascacielos de cristal a lo largo de la desembocadura del rio Liffey.

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Temple Bar.
O’Connell Street. (Foto de Frank Huang en Unsplash).

 

Sin embargo, pese a todo conserva sus tradiciones, la música de sus pubs y la cerveza que en ella se sirve, aunque respecto a la comida sigue con los mismos problemas que su vecino británico, mejor buscar una franquicia italiana, turca, china o japonesa que meterse a comer en sus pubs.

Salvo por los rascacielos de cristal de las multinacionales el resto de la ciudad presenta casas de una o dos plantas y además su superficie llana la hace fácil de recorrer. Creo que dos días son suficientes para visitarla, aunque todo depende de lo que nos entretengamos en ciertos lugares como la biblioteca del Trinity College y el famoso libro de Kells, joya del cristianismo celta.

Puente del Medio Penique.
Casa Guinness.(Foto de Tavis Beck en Unsplash)

 

Nosotros reservamos en un hotel cerca de los muelles, Spencer Hotel, y desde ahí siguiendo el rio nos dirigimos hacia el centro de la ciudad, el puente O’Connell, que es el inicio de la avenida principal O’Connell Street Lower, y con su estatua al líder nacionalista del mismo nombre, subiendo la avenida encontramos distintos edificios como el de la Oficina Central de Correos, y destacando sobre todo esta The Spire una gran aguja de 120 metros de altura. Esta calle merece la pena recorrerla y seguramente lo haréis en varias ocasiones. Desde aquí nos dirigiremos hacía el Trinity College, donde nos detendremos viendo el campus, sus jardines y sus edificios y sobretodo visitando la Biblioteca y en concreto el Libro de Kells. Supongo que habremos gastado casi toda la mañana, aunque hay tiempo para ir a ver la estatua de Molly Malone, famosa pescadera de doble vida. Desde aquí volveremos al rio, cruzaremos por el Puente del Medio Penique y nos dirigiremos hacía el famoso barrio de Temple Bar, donde disfrutaremos de la música, en la calle o en el interior de los pubs, y podremos tomar unas pintas de cerveza. Tras comer, y un café o una copa, podremos seguir con la visita yendo a descansar al parque de San Stephen, disfrutando del verdor, los jardines y las lagunas. Posteriormente para terminar la tarde podremos dirigirnos hacía la Catedral de San Patricio y por último al Castillo de Dublín. Supongo que ya se habrá hecho de noche y podemos volver a O’Connell, ver escaparates y buscar donde cenar. De noche es casi obligado volver a la zona del Temple Bar y disfrutar de su ambiente nocturno.

 

Día 1. (Cortesía de Google Maps).

En la segunda jornada la propuesta es coger un tranvía que nos lleve hasta el gran parque de Dublin, el Phoenix Park, donde se encuentra el zoo, con su manada de gamos, distintas plazas y estatuas, y ver de lejos la residencia del presidente de Irlanda, Áras an Uachtaráin en gaélico. Supongo que será mediodía, así que toca volver y reponer fuerzas para que por la tarde nos acerquemos a Guinness Storehouse, la casa de la famosa cerveza negra, allí podremos ver como se elabora, aprender a tirar cerveza del grifo y subir al mirador desde donde veremos toda la ciudad mientras nos tomamos la pinta que hemos tirado. Podemos dirigirnos ahora al barrio de Portobello y ya por la noche tocará volver al centro, O’Connell o Temple Bar en función de las fuerzas y de las ganas de marcha que tengamos.

En los siguientes días podemos compaginar una visita a los pueblos vecinos de Dublin, como el castillo de Malahide y el puerto de Howth pueblo de pescadores y focas, para ello nada mejor que coger un tren y evitar así lo tedioso que resulta acostumbrarte a conducir por la izquierda.

Si disponemos de tiempo, algo que nosotros no tuvimos, es casi obligatorio visitar las ciudades de Cork en el sur, Galway en el oeste y Belfast en el norte.

Día 2. (Cortesía de Google Maps).