CUENCA
La ciudad encantada, con sus casas colgantes en la garganta del rio Huécar, y su monumental casco antiguo. Aunque para llegar desde el sur hay que atravesar carreteras nacionales con un recorrido sinuoso entre las montañas de la Ibérica.
Es una ciudad pequeña y coqueta, que se puede ver en dos días, aunque si queremos verla en profundidad deberíamos estar al menos una semana.
Nosotros proponemos una visita en dos días, llegaremos a medio día y saldremos tras dos noches, nos alojamos en un hotel de la parte nueva cerca del Parque de San Julián. En este primer día nos dirigimos tomar unas tapas o comer cerca de la Diputación Provincial en la calle San Francisco, con el calor apretando como suele hacer en estas tierras durante el verano, donde hay varios restaurantes y bares con terraza. Los menús no son caros y podemos degustar el cordero y otros platos típicos. Tras tomar un café y un helado, hicimos algo de tiempo para dirigirnos hacía el rio Huécar y recorrer su hermoso parque, pasando por delante de la Diputación con su bien cuidado jardín, llegamos a la Calle Puerta de Valencia con su puente sobre el rio. Cogeremos la ribera del rio, a mano derecha, para caminando bajo los árboles llegar hasta el auditorio, viendo ya las casas colgantes en el otro lado. Podemos hacer unas fotos de las casas colgantes y del casco antiguo, nos encontraremos con el puente de San Pablo, puente de hierro que conecta la ciudad con el Parador Nacional de Cuenca. Podemos continuar hasta la curva viendo como serpentea la garganta, pero toca volver porque hay que tomarlo con tranquilidad disfrutando de las vistas y de la naturaleza.
Volveremos por el mismo camino, aunque podríamos cambiar al otro lado de la ribera, y nos dirigiremos por la Calle Tintes hasta el Parque del Huécar, de ahí a la Plaza de la Trinidad, cruzando el rio por el puente de San Antón ya sobre el rio Júcar. Debemos hacer algunas paradas para beber algo de líquido y tomar algunas fotos. Desde este punto iremos hacía la Plaza de España y de ahí hacía el punto de partida en el Parque de San Julia, donde podremos sentarnos en algunas de sus terrazas y si es la hora de la cena tomar unas tapas, dando por finalizada la primera jornada.
En nuestro segundo día y tras un buen desayuno podemos optar por subir andando hacía el casco antiguo, lo que no aconsejo, o tomar un autobús, línea L2, que nos llevará cerca del Mirador de Cuenca, desde donde podemos observar las curvas del rio, el casco antiguo y las casas colgantes. Desde este punto iremos bajando intentando callejear hacía el rio Huécar, para disfrutar de las vistas y de las calles antiguas llenas de sorpresas, hay mucho que ver. Nos detuvimos en el Museo de Cuenca donde se exponen restos de la ruinas de la ciudad romana de Valeria, además es gratuito. Debajo tenemos un mirador donde descansar, para después dirigirnos hacía la plaza Mayor donde está la catedral, amén de numerosos establecimientos donde comprar recuerdos o terrazas donde tomar alguna bebida, en función de la hora cada uno elige bebida.
Rodeamos la catedral por la derecha para llegar a una pequeña plaza donde se encuentra la estatua de Alfonso VIII a caballo. Volveremos a la Plaza Mayor, pasaremos el arco que da acceso a la plaza y seguiremos bajando por la Calle Alfonso VIII, sin prisas callejeando a derecha e izquierda, porque todo merece la pena, hasta que veamos la torre de Mangana.
Seguiremos bajando, de nuevo callejeando para descubrir algún que otro monumento, como el Convento de las Bernardas, y rincones donde deleitarnos. Ya está cerca el rio Huécar, y merece la pena callejear por las calles que terminan en él.
A este segundo paseo podemos dedicarle todo el día, en el casco antiguo encontraremos establecimientos donde comer, y probar alguno de sus platos como los zarajos, las migas con huevo, el ajo arriero,… y como no el cordero.
Si os apetece tener otras vistas de la ciudad, podéis cenar en la terraza del hotel Alfonso VIII, en el llamado Restaurante la Terraza, en donde además se pueden tomar algún que otro plato de cocina moderna.