Bratislava en un día
Bratislava es la capital de un pequeño país, Eslovaquia, que hace frontera con Hungría, Austria, Chequia, Polonia y Ucrania. Un territorio estratégicamente situado con su capital bañada por el Danubio, que ha pertenecido a las potencias que la rodean y que tan solo fue reconocida como sede para la coronación de algunos monarcas del imperio Austro-Húngaro, de hecho su catedral tiene su torre finalizada con una corona en lugar de una cruz y en sus calles se pueden ver en el suelo pequeñas coronas que indican el camino que debía seguirse para la coronación.
Es una ciudad dividida en dos por el Danubio, al norte se encuentra la ciudad vieja y al sur la moderna que además no tiene ningún aliciente para ser visitada, tan solo el ‘ovni’ que corona uno de sus modernos puentes y desde el que se tiene una vista espectacular de toda la ciudad. Como para todo hay que pagar por subir y es obligatorio comer en el restaurante. Las vistas también se pueden tener desde el castillo que domina la ciudad vieja y que es el punto de partida de nuestra visita.
El castillo, reconstruido tras la segunda guerra mundial, y que inicialmente tenía una sola torre pero creo que la emperatriz Sisi ordenó que se construyeran tres torres más. Las vistas desde esta edificación son impresionantes, la catedral de San Martín y la antigua muralla, el rio y los puentes. En sus jardines podemos observar una escultura que hace alusión a las brujas.
Bajamos y nos encontraremos con el muro y embutida en él la catedral, dicen que primero fue la iglesia y después el muro. Ojo adosados a este muro estaban las casas del barrio judío, pero por desgracia fueron arrasadas durante la guerra. La catedral tiene dos puertas una para los ciudadanos y otra para la aristocracia y se encuentran en los laterales.
Si seguimos bajando hacia el centro de la ciudad nos encontramos con calles no muy anchas de empedrado y la mayoría peatonales. El centro está lleno de establecimientos de restauración, cafés, bares y restaurantes. Podemos callejear y seguramente nos fijaremos en una torre que es una de las antiguas puertas de la ciudad, la puerta de San Miguel. Encontraremos algunas plazas que conservan importantes edificios, y cuyo nombre ha cambiado a lo largo del siglo XX, plaza de Hitler, después de Stalin, y ahora Plaza Principal en cuyo centro se encuentra la estatua de Maximiliano, con su ‘culito prieto’.
Como en la mayoría de estas ciudades ocupa un lugar destacado el edificio de la Ópera, y las sedes del Ayuntamiento y el Palacio del Primado de la iglesia. Un poco alejado del centro se encuentra un curioso edificio denominado la Iglesia Azul.
Podemos dedicar un tiempo a pasear por estas calles del centro, veremos numerosas estatuas y esculturas de distintas épocas que adornan las plazas, por ejemplo la Plaza Hviezdoslav donde se encuentran las esculturas de Hans Christian Andersen, y la Columna de la Plaga.
Si hay tiempo se puede dar un paseo en barco por el Danubio o subir al Ovni que se encuentra en el puente Most. También hay avenidas amplias surcadas por tranvías de distintas épocas, con todo el cableado necesario, que además sujeta las luces de la ciudad.
Esta ciudad es bastante más barata que Viena y que Budapest, normal si pensamos que es una pequeña capital. Sin embargo, las comidas son semejantes bastante contundentes y donde reina el queso y la carne. Tienen sus pasteles o bollos particulares, un cuerno relleno de nueces, canela,…:
• Bryndzové halušky, unos ñoquis de patatas cubiertos de salsa de queso de oveja.
• Zemiakové placky, unos pancakes de patatas.
• Kapustnica, sopa de col.
El precio de un café expreso oscila desde el euro hasta los dos euros y medio o tres. Y la cerveza, tres euros medio litro, no desmerece nada de la que podemos tomar en Praga, Berlín o Viena.