Los agricultores salen a las calles.

Ser agricultor y vivir de esa actividad no es nada fácil, si además las ventas de productos no alcanzan para los gastos se convierte en una ruina. La lucha por vender a un precio justo ha sido hasta ahora un auténtico fiasco, los responsables son muchos: los intermediarios, la posición dominante de las distribuidoras, y también el poco asociacionismo empresarial de los agricultores. Podríamos decir que se trata de un oligopolio formado por los grandes de la distribución, que imponen sus precios sin reparo alguno, frente a ellos los agricultores han de hincar la rodilla y aceptar sus condiciones si quieren vender. Ni siquiera las asociaciones actuales, principalmente cooperativas, tienen un tamaño suficiente para obtener precios justos.

La UE y la Política Agraría Común regulan casi todo

Todo ésto hay que verlo desde una perspectiva más amplia, ya que es la Unión Europera la que regula todo lo relativo a la agricultura, no solo las ayudas que se conceden a los agricultores dentro de los distintos fondos,

Feader y Feaga, sino todo lo relativo a seguridad alimentaria, a certificación de las producciones, a política de precios. No debemos olvidar tampoco que en las relaciones comerciales de la UE con países terceros, especialmente los que se encuentran en vias de desarrollo, y los acuerdos a los que ha llegado en el seno de la Organización Mundial de Comercio hace que la entrada de productos agrícolas procedentes de esos países no tengan a penas aranceles, todo ésto dentro de la política comercial europea, donde encontramos a grandes exportadores de bienes que necesitan que las fronteras del mundo permanezcan abiertas y no se perjudique con tasas y aranceles a los productos industriales.

El nuevo gobierno de Trump acentúa la problemática

Para complicar todo este tinglado el señor Trump inicia una política de presión imponiendo aranceles como represalias frente a la exportación europea de productos manufacturados, sobretodo automóviles. También hay que recordar que desde hace unos años Rusia ejerce un veto a la importación, el conocido como «veto ruso». Y todo ésto quien lo sufre  son nuestros agricultores, que ven como no solo el precio de sus productos no les permite ni cubrir gastos, sino que además los mercados se reducen y las trabas son cada vez mayores, una ruina para nuestros agricultores con todos los sectores afectados: olivar, uva, frutas y hortalizas,….

 

A todo ésto también hay que añadir los efectos del cambio climático, las sucesivas borrascas que han barrido nuestra península, y no de oeste a este sino al revés, han provocado numerosos daños en las cosechas, especialmente en frutales y hortícolas, lo que ha agudizado aún más la situación.

Hay que reconocer la importancia de los agricultores y recompenarlos

La situación es sumamente compleja y no se puede decir que las ayudas de la PAC solucionen nada. Por un lado ha de reconocersele a los agrucultores su importante papel medioambiental y como medio para evitar la despoblación de las zonas rurales,  y ésto ha de hacerse incrementando notablemente las ayudas, mejor dicho pagando a los productores por estas actividades, hay que reconocer que a todos nos gusta ir al campo y ver un buen paisaje o comer y dormir en un entorno agradable. Por otro lado hay que contrarestar el poder de las distribuidoras, que manejan como quieren a los productores, no es de recibo jugar con los precios de los productos agrícolas. Pero es que también hay que compensarles por utilizarlos como moneda de cambio en las negociaciones en el seno de la OMC, impuestos o tasas sobre los productos manufacturados si éstos se están beneficiando de los condicionantes que se imponen al campo, (facilidades de entrada a los productos agrícolas de terceros países). Además, y ésto les compete a los agricultores, se debe promocionar la formación de cooperativas o sociedades que agrupen la oferta y que de alguna manera planten cara a las distribuidoras.

 

En resumen, creo que los agricutores tienen razones múltiples para quejarse y para salir a la calle y manifestarse, el gobierno y la UE no pueden seguir de espaldas ante lo que está sucediendo, pero ellos tampoco pueden seguir sin crear los instrumentos propios que les de esa fuerza que necesitan para seguir vivos en un mercado tan competitivo como el actual.

 

Del blog «Las Opiniones de Manuel» (1-02-2020)